LA CLASE OBRERA PROLETARIA COMBATE
CONTRA LA FARSA ELECTORAL
DEL 2 DE FEBRERO DEL 2014
CON LA PARTICIPACION SINDICAL REVOLUCIONARIA
EL PODER POPULAR DE LIBERACION PLL
EL BOICOT CON EL ABSTENCIONISMO
FSR-COESS- MOESS
EN MOVIMIENTO HUELGA
"SALVADOREÑOS,
POR EL BIEN DEL PAIS, NO VOTES "
FSR - COESS - MOESS- ORIENTANDO :
LA CLASE OBRERA PROLETARIA SOCIALISTA
EL CAMPESINADO Y LOS SECTORES SOCIALES
EL SALVADOR SERA UN SERIO PAIS BASADO
EN LA ALIANZA OBRERO-CAMPESINA POPULAR
CON HEGEMONIA PROLETARIA FERTIL
PRO ALTERNATIVA AL CIERRE DE FABRICAS
EL MOVIMIENTO DE FABRICAS OCUPADAS
EL CONTROL DE LOS TRABAJADORES
SALVAR LAS FUENTES DE EMPLEO
Y MANTENER LAS FABRICAS FUNCIONANDO
SI SE PUEDE CON EL PODER POPULAR
DE LIBERACION - P P L - POR LO TANTO A
ESTABLECER LOS PODERES POPULARES.
POR EL DERECHO AL TRABAJO,
Y LA ORGANIZACION SINDICAL
LOS OBREROS EN PIE DE LUCHA!
BRASIL UNA EXPERIENCIA A DESARROLLAR
MOVIMIENTO DE LAS FÁBRICAS OCUPADAS:
Una experiencia de control obrero en Brasil
Durante estas elecciones del 20 de abril (*), tuvimos la oportunidad de contar con un representante del Movimiento de Fábricas Ocupadas de Brasil, Alexandre Mandl, quien nos explicó el fundamento y la historia de la lucha de las fábricas que están bajo control de los trabajadores.
¿Qué es el Movimiento de las Fábricas Ocupadas?
Es un movimiento que propone una alternativa al cierre de las fábricas. Nuestro objetivo es salvar los empleos y mantener las fábricas funcionando. Consideramos que donde una fábrica cierra se crea un cementerio de puestos de trabajo, todo muere, y la clase trabajadora es empujada a la barbarie, los jóvenes a la criminalidad, etc. Por el contrario, donde abre una fábrica, todo florece como en la primavera. Entendemos que la lógica capitalista hace que las empresas funcionen bajo la explotación de la fuerza de trabajo ajena para obtener ganancias, y así sostenerse. Y, cuando la fábrica no está siendo rentable, la cierran. Los trabajadores, que no poseen ninguna responsabilidad en las administraciones de las fábricas, pierden sus puestos de trabajo, los derechos laborales garantizados, las condiciones mínimas de trabajo y el salario necesario para una vida social. Entonces, luchamos para organizar a los trabajadores para que, cuando vean que la fábrica está por cerrar, organicen una huelga, paren la producción, ocupen las fábricas, resistan a la presión de los patrones, y retomen la producción bajo el control de los trabajadores. ¿Qué significa eso? Que nosotros mostramos, en la práctica, que podemos administrar las empresas sin un patrón que explota la fuerza de trabajo de un obrero. Sabemos que todo lo que hay en la sociedad pasa por la mano de la clase trabajadora, y que, si podemos administrar una fábrica, también podemos administrar una sociedad. Por eso, entendemos que contribuimos con el proceso de conciencia de los trabajadores, a que comprendan el papel que poseen en la sociedad, y cómo debe ser su organización para alterar las condiciones en que vivimos hoy. Vamos a las fábricas y decimos que hay alternativa. Sabemos que solamente el socialismo es la salida viable de la barbarie actual. Por eso, defendemos las ocupaciones de las fábricas, su expropiación y nacionalización, manteniendo su gestión en las manos de los trabajadores. Esa es nuestra lucha: estatización bajo el control de los trabajadores.
¿Cuál es la diferencia con las cooperativas?
No aceptamos la opción del cooperativismo porque es un punto sin salida, pues no se alcanza y no se discuten el verdadero problema ni la verdadera solución: la lucha contra el capital, la planificación de la económica, y la expropiación de los bancos y de los grandes monopolios. Hay sectores que defienden el cooperativismo como si pudiéramos crear una transición a una economía que fuera organizada de acuerdo con los intereses de los trabajadores de manera gradual con la ampliación del cooperativismo y otras “economías” solidarias, sin enfrentarse con los patrones y su Estado, haciendo reformas en el capitalismo hasta llegar a otro mundo. Para nosotros, la única salida viable para la clase es su organización y la lucha por el socialismo, que pasa, sin dudas, por defender cada conquista social, los derechos laborales, la libertad sindical, mejores salarios, etc. Son acciones defensivas contra los ataques de los patrones. Sin embargo, tenemos claro que el capitalismo es un punto sin salida. Nosotros dijimos a todos aquellos que están en las cooperativas: nuestra clase sólo puede vencer unida. Nuestra clase sólo puede vencer si llevamos adelante la lucha contra el capital y sus gobiernos. Por eso luchamos por la expropiación de todas las empresas quebradas. También, con el avance de la lucha, defendemos que para conseguir una salida para los explotados es necesario expropiar los bancos y los grandes monopolios, y colocarlos bajo el control democrático de los trabajadores, que son los únicos que pueden organizar la económica de acuerdo con los intereses de las mayorías explotadas. Por eso, dialogamos con los trabajadores de las cooperativas para que perciban que sus conquistas son limitadas por la lógica del capital, y que adviertan que es necesario que el patrimonio de la empresa sea de toda la clase trabajadora y no sólo de 15, 30, ó 100 cooperativistas.
¿Cuándo y cómo comenzó el movimiento?
En 1998 empezó una crisis muy grande en la industria brasileña, que generó el cierre de fábricas a causa de las medidas neoliberales adoptadas por el gobierno. Comenzamos a discutir en los sindicatos y entidades obreras que había que hacer algo para garantizar, de forma duradera, los puestos de trabajo. Así, en octubre de 2002, con el avance de las masas mediante la elección de Lula, en Joinville, Santa Catarina, se llevó a cabo una gran huelga en la Cipla y la Interfibra, dos fábricas que poseían, juntas, 1.000 trabajadores. La Interfibra estaba parada hacía tres meses sin producción y salarios. Cipla estaba caminando también hacia el cierre, ya que los trabajadores recibían 20,00 reales por semana, en media. En Flaskô sucedía la misma cosa, los trabajadores se vieron reducidos de 700 a 60 obreros en junio de 2003, cuando se dio la ocupación, y llevaban ya dos meses de salarios atrasados. En ninguna de estas fábricas había pago de los derechos laborales y de seguridad social, además, no había ninguna perspectiva. En todos los casos sabemos que el patrón había abandonado la empresa, ya que estaba más preocupado en administrar el dinero que había retirado de las fábricas. Entonces, vimos que podríamos levantar la cabeza para impedir la destrucción que se iba a producir con el cierre de la fábrica, y simplemente hicimos lo que sabemos hacer: trabajar, luchar y producir.
¿Cómo funciona la gestión de las fábricas?
Es necesario tener la organicidad y la disciplina de una fábrica. Cada uno cumple un papel en la producción, comprendiendo que debemos hacer nuestro trabajo de la mejor forma posible, pues no habrá nadie explotándonos. Cuánto mejor trabajemos, más fuerte seremos para mostrar que éste es el camino, que ésta es la alternativa. Para la administración de la fábrica elegimos anualmente, en cada una de ellas, un consejo de fábrica, cuyos miembros pueden ser destituidos en cualquier momento. Este consejo tiene representantes de todos los sectores y todos los turnos. Los miembros no reciben mayores salarios. El Consejo se reúne semanalmente para resolver todos los problemas. La administración de la empresa queda subordinada a la decisión de los trabajadores. Además de eso, mensualmente, tenemos una Asamblea General donde todos pueden intervenir, y donde discutimos los mayores problemas de la fábrica y de la lucha del movimiento. Por fin, nos reunimos con las otras fábricas, intercambiando experiencias y fortaleciendo nuestra unidad. Así se da, por lo tanto, el control democrático y colectivo de la fábrica por parte de los trabajadores.
¿Y cuáles las conquistas sociales?
En todas las fábricas fueron creados más puestos de trabajo, se redujeron las horas semanales de trabajo de 44 a 40, sin reducción de salario, se puso al día el pago de salarios y el pago de los derechos que estaban atrasados, además de pagar deudas de los patrones, como los pasivos laborales de ex-operarios. Eso fue fruto de una mejor gestión de la empresa, sin desvíos y otras tácticas de explotación adoptadas por los patrones. Aumentamos la producción de las fábricas en más del 100%. Además de eso, en diciembre de 2006, en el Encuentro Panamericano de las Fábricas Ocupadas, con la presencia de 16 países y más de 700 delegados, los trabajadores de la Cipla e Interfibra, aprobaron por unanimidad y firmaron un acuerdo colectivo que reducía de 40 a 30 horas el trabajo semanal, sin reducción de salario, y con la generación de nuevos puestos de trabajo.
Imaginamos que, a causa de estas acciones, el movimiento ha de despertar la ira de los capitalistas. ¿Ocurre esto?
Sí, porque ellos no aceptan que son una clase que se sostiene por medio de la explotación de la fuerza de trabajo ajena. Y cuando los trabajadores se organizan, expropian las fábricas, retoman la producción, ellos caen en la cuenta de que son inútiles. Nuestro movimiento, así como el MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) y el MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techos), muestra que no necesitamos de ellos para sobrevivir. Es más, demuestra que sin ellos avanzamos en nuestras conquistas. En mayo de 2007, en las fábricas Cipla e Interfibra, fuimos sorprendidos por un proceso de intervención judicial, con la presencia de la Policía Federal, donde fueron dimitidos 60 trabajadores de un golpe, todos miembros de los Consejos de Fábrica. Retiraron todos los beneficios sociales alcanzados. Fue una decisión política contra el movimiento. Quieren cerrar la fábrica y decir que los trabajadores no pueden administrarla, tal como sostuvo el juez cuando afirmó que “Son un peligro para el orden público. ¿Qué sucedería si esto se pone de moda?”. El problema es que “abre precedentes”, como afirmó el Ministro del Trabajo, al decir que nada podía hacer por nosotros. Vale recordar que el proceso era por una deuda del patrón con el Instituto de Seguridad Social Nacional. Intentamos fraccionar el pago, pero nunca aceptaron negociar con nosotros. Negocian con las transnacionales, pero con nosotros, no. Y eso es lamentable, pues es el gobierno de Lula. Es un claro proceso de criminalización de un movimiento social.
¿Cuál es la situación actual? ¿Cuáles son las perspectivas?
La Cipla y la Interfibra están bajo intervención hace un año, y el interventor defiende su cierre. Además del fin de las conquistas sociales alcanzadas y del terrorismo instalado dentro de las fábricas, en Cipla, ya fueron dimitidos 320 trabajadores. En Interfibra, de los 180, restan 74. La situación es inadmisible. En Flaskô intentaron la intervención, pero no la conseguirán. Pero la situación económica está muy difícil, pues dependíamos mucho de la fuerza de Cipla. Sin embargo, estamos resistiendo y ahora, en abril, conseguimos reducir nuestra jornada de trabajo de 40 a 30 horas semanales, sin reducción de salario. Fue una gran victoria en términos de resistencia. Mantenemos nuestras relaciones con los demás movimientos sociales nacionales, como MST y MTST, e internacionales, que son solidarios con nosotros. Tenemos óptimas relaciones con el FRETECO (Frente Revolucionaria de los Trabajadores de Empresas en Co-Gestión y Ocupadas), en Venezuela, con el Frente Sindical de los Mineros de Bolivia, con movimientos de los obreros de Argentina y de Uruguay, y estamos comenzando a aproximarnos a los trabajadores de Paraguay. Espero que podamos conseguir avanzar en este proceso de integración internacional de la clase trabajadora.
Aprovechamos, también, para invitar a todos a una actividad que haremos los días 27 y 28 de junio de 2008, en Joinville, Santa Catarina, donde organizaremos, con los movimientos sociales, un juicio popular a la intervención criminal que sufrimos hace un año. De esta forma, fortaleceremos la lucha por nuevas fábricas ocupadas, en Brasil y en el mundo, así como por la reocupación de la Cipla y la Interfibra para los trabajadores. Sabemos que la lucha para combatir la barbarie del capitalismo internacional, es, justamente, internacional. Y, por eso, América Latina, que siempre sufrió con la explotación, y con el viento de izquierda que se instaló en el continente, con Venezuela como protagonista, cumple un papel estratégico tremendo. Por eso instamos, como nos enseñaron Marx y Engels: “Trabajadores de todo el mundo, uníos”.
(*) El autor se refiere a las elecciones presidenciales en Paraguay del 20 de abril.
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